lunes, 27 de noviembre de 2017



En el número 193 de la revista 3sesenta entrevisto a Meike Reijerman, una de esas personas que ha conseguido hacer de su pasión su profesión. Meike pertenece a esa selecta familia de fotógrafos de surf que alterna las cámaras y las lentes con las tablas. Una combinación que para un surfista no siempre resulta comprensible, pues quien alguna vez ha hecho surfing sabe lo difícil que resulta permanecer en la orilla mientras los demás bordean olas. Un ejercicio propio de masocas. Meike no sólo lleva bien esta dualidad, sino que se puede decir que es una artista tanto delante como detrás de la cámara. Campeona de Cantabria de Longboard, de Holanda en open 2002 y 2003 y de Alemania con tablón en 2007, ha publicado en numerosas revistas, libros, en internet, y ha trabajado para marcas, empresas y pequeños negocios. Su obra puede verse en su blog
(https://meikereijermanphotography.wordpress.com/) y quien quiera saber más de su biografía puede leerla en el mencionado número de noviembre- diciembre de 3sesenta.
 
 

martes, 7 de noviembre de 2017

No perdamos los papeles. Staf Magazine * 2017


Hacía mucho tiempo que una publicación en papel no me sorprendía tanto y tan gratamente como el Staf Magazine número 46 Octubre 2017. Hasta ahora únicamente conocía la versión digital. En los tiempos que corren, cuesta encontrar una publicación impresa que apueste por la calidad tanto de contenidos como de continente como lo hace el medio malagueño. Cuidado diseño, maquetación y fotografía con un trato artístico en detrimento del meramente funcional y sin gusto con el que se mueven muchas revistas, artículos originales tratados con profundidad, unas páginas con un papel con un gramaje y textura generosos… ¡Vamos, lo habitual hoy en día en las estanterías de los quioscos!
Portada y contraportada del Staf de octubre en papel
 

 El medio impreso sufre a nivel mundial una tremenda reconversión. En un primer momento, la crisis del sector se atribuyó erróneamente, en exclusidad, a la económica de la burbuja inmobiliaria, que afectó a todas las actividades y gremios, considerando que la disminución de anunciantes y lectores se debía a la misma. Pasados los años,  la economía no vamos a decir que se ha recuperado, pero sí que ha experimentado cierta mejoría, pero ello no ha ido unido de una recuperación en el número de lectores y de anunciantes del papel. Lo cual ha venido a demostrar que detrás había algo más profundo, preocupante y duradero como es el cambio de los hábitos de consumo, derivados fundamentalmente de la aparición de  Internet. Hablando claro,  la gente ha dejado de comprar revistas y diarios, porque su fuente suministradora de contenidos y primera, por no decir única opción, es internet, más inmediato  y fundamentalmente: Gratuito.
 
   Lo que aquí resulta muy sintomático es la solución que muchos medios de papel han dado para luchar contra esta dura competencia.  Muchos periódicos y revistas de forma suicida en lugar de seguir apostando por la calidad lo han hecho por una reducción de costes alarmantes. Disminución de plantillas,  de contenidos, de calidad de los mismos, de número de páginas, de calidad de papel de las mismas... Sustitución de unos profesionales o firmas con gran experiencia y gran nivel literario o periodístico por becarios o colaboradores inexpertos cada vez más baratos. Sustitución de unos contenidos elaborados y propios por un corta y pega sistemático e indiscriminado de los miles de comunicados o notas de prensa que llegan a una redacción creando muchas veces textos carentes de sentido… Todo muy lógico. Persuadir a la gente de que siga pagando por leerte haciendo algo exactamente igual o hasta peor de lo que puede leer en su ordenador, tablet, móvil o dispositivo que quiera sin pagar un duro.

 Si el pasado y el presente de los medios impresos y de sus profesionales no es ni ha sido fácil, siento decir que el futuro tampoco resultará sencillo. Pero en contra de lo que dicen los más agoreros, el papel no tiene ni mucho menos los días contados. Al igual que ocurren con los libros en papel o con los shapers artesanos (a los cuales se les lleva dando por muertos desde hace años por la existencia de las máquinas de preshape, las cadenas de producción en Oriente), el futuro pasa por el camino en que transitan Staf Magazine y otros ilustres supervivientes como 3sesenta. Por la senda de la calidad, del cuidado de los contenidos y por la apuesta por la cultura y por el arte. La experiencia nos dice que la otra senda, la del low cost y el todo vale, nos lleva irremediablemente a perder los papeles.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

El surf pasa por el aro


No es una noticia reciente que el surfing será deporte olímpico en la próxima cita de Tokio 2020, pero es un tema que por su relevancia he preferido analizarlo pasado un tiempo y que mi razonamiento respondiese a algún argumento sólido y una construcción elaborada, más allá de un estado de ánimo pasajero.

Dicho lo cual, he de confesar que a mí la declaración del surf como deporte olímpico me causa indiferencia, pues como no soy deportista de élite, ni entrenador ni preparador físico ni miembro de ninguna Federación que se beneficie de la inyección de fondos públicos, en este sentido, no va a cambiar mi vida. Lo que no entiendo es la alegría y la trascendencia que muchos surfistas de a pie dan a este hecho. Cierto es que mucha gente ha trabajado y mucho para que el COI diese este paso. Una labor de años que se ha justificado con una palabra: RECONOCIMIENTO. El surf tenía que ser reconocido. Pero reconocido ¿por quién? Supongo que cuando hablaban de reconocimiento se referían al reconocimiento de la sociedad no surfera, pues es evidente que los propios surferos reconocen y dan valor a su deporte.

 Mi pregunta es de qué sirve el reconocimiento de estas personas ajenas al surf, cuando cada vez más es a los propios surfistas, aquellos que llevan décadas enganchados a este deporte, que lo han priorizado por encima de cosas tan importantes como el desarrollo profesional, la propia familia, la aceptación social, a los que les cuesta reconocer su propio deporte. Cuando cada vez más el surfing está perdiendo  sus señas de identidad, su originalidad, su ausencia de competitividad, de leyes, su rebeldía, su individualismo a ultranza y se está pareciendo más a un fútbol, a un baloncesto de la NBA, con sus Lebrones James, su show time y a cualquier deporte mediático del amplio abanico de deportes olímpicos. Deportes todos ellos, con su reconocimiento, sí, su cuota de pantalla, su share, su nicho de mercado, sus contratos publicitarios y millones de ingresos, pero también con otras realidades que no podemos pasar por alto como son el dopaje. Una realidad que podemos explicar con un factor genético o la tendencia que tiene una minoría delictiva a coger el camino más corto y fácil; pero que también responde a unas actividades deportivas que han abandonado su esencia originaria atlética y han sido fagocitadas por las demandas de un mercado ávido de espectáculo, de records imposibles, de gestas inigualables  o listones cada vez más altos, siendo los deportistas meras piezas de este mecanismo insaciable que tan pronto los encumbra como los descabeza, dejando un sinfín de juguetes rotos a su paso con música de Queen we are the champions de fondo.

Yo no sé si será malo o bueno que el surfing sea deporte olímpico, pues como bien dice mi amigo y leyenda Manel Fiochi: “hay que ver la ventaja en el inconveniente”. Del crecimiento y popularización del surf nos hemos beneficiado todos, y cuando digo todos, es todos, sí también el local más radical y sectario; pues el boom  ha propiciado que los materiales, los viajes estén a unos precios asequibles, que ya no sean aptos sólo para una minoría pudiente como pasaba en las décadas de los 60 y 70 en España. La popularización del surf también ha permitido que cada vez sean más las personas que pueden vivir de esto  y de maneras cada vez más variadas. (Deportistas, escuelas, tiendas, shapers, y un sinfín de profesiones que si bien no están ligadas en su origen al surfing, ahora mismo se han especializado en el deporte de las olas, tales como fisios, fotógrafos, preparadores físicos). El surf por tanto se ha convertido en un negocio, en un deporte de mercado y ahora hasta en un deporte olímpico. Sólo espero que el precio a pagar no sea demasiado alto y que una vez pagado nos compense a todos.