jueves, 18 de junio de 2015

CRON Surfboards. Un sueño hecho realidad





https://es-es.facebook.com/cronsurf
“No es verdad que la gente para de perseguir sus sueños porque sean mayores, se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños”. Según esta frase del inmortal Gabriel García Márquez, Bruno Sarañana  (Santander. 1975) tendría que tener bastantes años menos que los que marca su carnet de identidad. Apasionado del shape desde su más tierna infancia, Bruno ha conseguido hacer su gran sueño realidad, abriendo un taller de fabricación de tablas en la localidad cántabra de Hoz de Anero y creando su propia marca, Cron Surfboards.

Orígenes. Yo me he criado en Loredo. Mis padres tenían primero una caravana en el camping Rocamar y luego compraron un módulo. Conocíamos Xpeedin y comprábamos allí sus sudaderas serigrafiadas. Era cuando nadie hacía ropa y no había el boom textil que hay ahora. Teníamos un planking de madera y soñábamos con tener una tabla. Veíamos a la gente surfear y queríamos a hacer lo que hacían ellos, los emulábamos con cualquier cosa, con corchos, con lo que teníamos entre manos.  
 
-Todos los que cogen olas pueden tener claro más o menos lo que les llevó, en su día, a hacerse surfistas, pero ¿qué es lo que le lleva a alguien a hacerse shaper?
-Desde pequeño me picó la curiosidad de reparar la tabla que yo tenía. Con el tiempo he ido buscando gente que pudiera darme información y enseñarme a trabajar con el foam. Desgraciadamente, fue pasando el tiempo y no ha sido hasta ahora cuando he empezado a plasmar este deseo. Al final si persigues algo que quieres hacer, aunque sea tarde, lo consigues. El taller es una meta que perseguía desde pequeño.

-Entonces, se puede decir que la creación del taller y de la marca responde a la persecución de un sueño…
-(Con rotundidad) Completamente. Al final te das cuenta que te haces mayor y te tienes que dar prisa por intentar ‘por lo menos”  que tu sueño funcione.

-Y el origen del nombre, Cron…
-El origen es muy curioso, porque al principio no tenía ningún significado, al igual que el logotipo, que fue una imagen que se me pasó por la cabeza y fui remarcando en una hoja hasta darle forma. Investigué el significado y descubrí que es una medida de tiempo que se emplea en Arqueología y significa aproximadamente un millón de años; un cron, dos crones… Es una forma de reducir el tiempo que tienen los hallazgos prehistóricos que encuentran.

-¿Quiénes están detrás de este proyecto?
-Empezamos cuatro y ahora mismo quedamos dos dirigiéndolo económica y comercialmente. Yo (Bruno Sarañana) y Daniel Hernández, que es piloto de Iberia y anda a caballo entre Madrid y Cantabria. Nos sentamos y discutimos sobre cosas, qué podemos hacer, decisiones para que esto funcione. Su presencia en Madrid nos está ayudando también a la hora de darnos a conocer allí.

-¿Qué filosofía tenéis? ¿Qué creéis que aportáis de fresco y novedoso?
-El mundo del surf, al menos para mí, es por desgracia en ocasiones bastante hermético. La idea es darle un servicio de ayuda o asesoramiento a la gente que tiene dudas a la hora de comprar una tabla, un invento... De novedoso creo que aportamos el factor “personal”. Nosotros vendemos un producto, pero en el producto vamos nosotros. Queremos que la gente esté a gusto y se fíe de nosotros. Que nuestra casa sea su casa. No queremos ser herméticos ni que haya el hermetismo de otros sitios. “Tú hasta aquí, pero de aquí no pases”. La gente puede entrar en nuestro taller, ver nuestras tripas, no escondemos nada. Somos como somos y hacemos lo que podemos hacer. No somos grandes empresas, ni tenemos el poder adquisitivo para ello, llegamos hasta donde llegamos, pero lo hacemos con la mayor profesionalidad, con materiales de primera y a un precio razonable. 

 -¿Cómo veis el futuro del shape?
-Creo que, como me pasó a mí, es un mundo que atrae a mucha gente. Gente que se preocupa primero en conseguir que alguien les dé una formación y luego comienza a experimentar. Desde ese punto de vista, es un mundo en el que cualquiera que quiera venir es bienvenido, porque hay venta para todos; pero uno de los problemas que hay es que hay gente que lleva mucho tiempo en ello y cuando ve intrusismo abarata costes. Tiene una infraestructura más o menos amortizada y una producción industrializada y contra eso no se puede competir.

-¿Crees que la producción en cadena en países del extremo oriente puede acabar con los pequeños talleres locales?
-Esos países fabrican lo que el resto del mundo demanda. Para que los chinos o quien sea lleguen a hacer tablas como las nuestras hace falta una dirección ingeniera o un shaper que gobierne un i+d en China y que gestione una planta de fabricación. Claro que podrían abaratar el producto muchísimo y hacer daño, pero de momento creo que nos salvamos porque el surfista busca un producto de calidad. Si alguien fuese tan ambicioso y tuviese la suficiente información y la formación claro que podría llevarse allí la producción.

Bruno Sarañana en pleno proceso de trabajo.

-Desde siempre se nos ha vendido una imagen del shaper un tanto romántica de tipos que cuando hay buenas olas, cierran el taller, dejan los pedidos a medias y se van a la playa. ¿A vosotros os puede la profesionalidad o vuestro lado más surfero?
-Si hay olas el taller sigue funcionando si hay trabajo. Las olas están bien cuando se puede, pero cuando no se puede, no.

-Y siguiendo con esta imagen de los shapers un tanto estereotipada. En El gran miércoles, Bear acaba arruinado, limpiando la playa; en Los amos de Dogtown, Skip Engblom, propietario de Zephyr, pierde el taller y pasa a ser un empleado raso… ¡No es una imagen muy halagüeña para cualquiera que quiera dedicarse a esto!
-Yo sí que conozco casos de gente que no ha acabado tan mal, pero sí que ha acabado dejándolo. Que yo creo que es hasta más triste tener que dejar un trabajo que te genera alegría… El crear algo con tus manos. El shaper de hoy en día a parte de un artesano, como esos ejemplos que tú me dices, es un poco emprendedor y empresario. Gente que invierte en nueva tecnología, productos; que busca que sus tablas estén en la calle y que su negocio funcione.


jueves, 4 de junio de 2015

La nueva moda de las reservas del surf



El sello de “Reserva del surf” se extiende por muchas de las playas de la geografía nacional casi tanto como antaño lo hacía el de las banderas azules. Una figura que, más que actuar como verdadera protección con validez jurídica  de los spots, es un mero elemento publicitario o un reclamo turístico con el que promocionar una determinada playa en ferias de turismo o en oficinas turísticas locales.
Hasta ahora siempre que los surfistas imaginábamos cuáles eran los grandes peligros que acechaban a nuestras olas pensábamos en dragados, construcciones de grandes diques, puertos deportivos, vertidos incontrolados, desastres ecológicos como el del Prestige, etc… Como si las principales agresiones procedieran exclusivamente de puertas para fuera y nunca de puertas para dentro. Pero a día de hoy una de las mayores amenazas que se ciernen sobre el surfing proviene del propio mundo del surf, y no es otra que el turismo descontrolado y  la promoción salvaje que convierten los spots en una especie de parques temáticos donde se premia al visitante un millón. Efectivamente, las olas pueden perderse para siempre por la construcción de un puerto deportivo que impida la entrada de los swells (por desgracia a lo largo de la historia hay muchos ejemplos de ello), pero también una playa, un ambiente surfero, una tradición, una paz y un entorno inigualables pueden evaporarse en dos décimas de segundo cuando se promociona de forma indiscriminada sin tener en cuenta conceptos como sostenibilidad o  punto de saturación, al igual que un parque nacional o natural perdería su razón de ser si no se tuviese en cuenta que su frágil equilibrio medioambiental puede verse afectado por un número elevado de excursionistas.
 Por todo ello, este sello de ‘reserva del surf” puede resultar muy útil como un paraguas protector de todas las amenazas que se ciernen sobre las olas, sobre las playas y sobre la actividad del surfing; siempre y cuando tenga en cuenta tanto las amenazas externas como las internas, sin ningún tipo de omisión partidista e interesada.